miércoles, 1 de abril de 2009

Estrella y Vida

La vida, si la comparamos con las estrellas son muy similares, éstas se forman en las regiones más densas de las nubes moleculares como consecuencia de inestabilidades gravitatorias y causadas por colisiones galácticas. La vida se forma en las regiones más densas de nuestros demonios internos, como consecuencia de inestabilidades del consumismo irracional, de la honestidad, del perdón, de la justicia, y sobre todo de la humildad y la valentía, otro de estos valores, dentro de la gran escala con los que contamos y, que dependiendo de cada cual puede ser menos importante que los anteriores, pero que al mismo tiempo es uno de los menos utilizados, es la generosidad, ¿A quien hacemos el bien, cediendo nuestros intereses? Son muy pocos los que la practican, al ser un valor espontáneo e irreflexivo. ¿Valores? tenemos demasiados y practicamos muy pocos, solo por el simple hecho de nacer para después morir, ¿Las causas? ¿Quizás por factores biológicos? o bien por las grandes batallas interiores, que solemos tener con nuestros demonios, cuando estos se te ponen en pie, en el hombro y te susurran al oído, teniendo como única labor, arruinar todos nuestros intentos de ser mejores y de que adquiramos buenas y sanas costumbres, dejando al lado nuestros innumerables vicios.

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Las estrellas tienen su propia fuente de energía interna, pero con reservas limitadas, cuando se le va acabando, cambian y mueren, lógicamente si lo comparamos con nuestra escala de tiempos, el suyo es infinitamente más duradero que el nuestro. Ellas según se ponen viejitas, como todo, sufren grandes cambios tanto en tamaño como en color, debido a la disminución de energía, pero ellas siempre luchan contra la fuerza gravitatoria que la intenta reducir, nunca tiran la toalla, pero al final como todo muere. Caso contrario ocurre con los humanos, donde la muerte la damos como un hecho inevitable, pero nunca estamos lo suficientemente preparado para afrontarla.


Cuantas veces, tumbado, sentado o simplemente en pie, hemos mirado para el firmamento, con la mirada perdida, mirando las estrellas, y de pronto surge una estrella fugaz y, según las antiguas tradiciones le pedimos un deseo, deseo que en nuestra imaginación algunas veces nos desborda, soñamos que pudiéramos vivir en paz y armonía disfrutando de los mismos derechos y obligaciones. Muchas veces nos juzgan como si fuera un delito tener un sueño y más aun si luchamos por él, pero lo bueno que nos queda es que los sueños nunca mueren, algunas veces se convierten en una realidad conseguida, aunque son las menos. ¿Cuantas veces al día nos reímos hasta que nos duelan las mandíbulas?, ¿Cuántas veces hemos cogido el coche y lo ponemos a una velocidad alta, para ver la sensación que nos produce?, ¿Cuantas veces recibimos un simple correo electrónico, donde al menos sonriamos?, ¿Cuántas veces cogemos un bote de “Nocilla” y no lo comemos con los dedos?, existen tantas y tantas pequeñas cosas en la vida, que nos la pueden hacer agradable, pero no nos queremos dar cuenta. ¿Alguna vez te mojaste con la lluvia queriendo, paseando, sintiéndola caer desde la cabeza a los pies y metiendo los pies en los charcos?, ¿Alguna vez anduviste descalzo por el césped de un parque y te revolcaste por el? Cuantas cosas nos perdemos en esta vida, cosas simples, sin importancia para muchos, banalidades para otros, que con un mínimo esfuerzo están conseguidas, pero que no hacemos, por aquello del que dirán.


¿Y de la autoestima?, ¿Qué es eso? Todo aquello que algunos intentan lastimar y otros pretenden que nosotros mismos reparemos. Donde queda la parte emocional y afectiva, cuando en la gran mayoría de las veces no nos respetamos a nosotros mismos.

LA VIDA, DICHOSA VIDA.

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