sábado, 11 de abril de 2009

Última parte del camino

Cuando ya llegamos a una cierta edad y empezamos a caminar por la última parte del camino de la vida, somos todo aquello que sentimos y que damos sin impórtanos por donde andamos, sin el que dirán, sin impedimentos, solo buscamos o al menos intentamos nuestra propia felicidad. Hoy me levante con ganas de escribir, se me apetecía, pero algo que transmita vida, que nos llene de esperanza en un largo caminar, me gustaría tener el privilegio de escribir los buenos aspectos de la vida, abriendo los ojos sin necesidad de volver a cerrarlos, quiero expresar de alguna forma que cada día que comience sea lleno de luz y color, que no solo canten los que saben hacerlo, como decía Tagore, “El bosque sería muy triste si sólo cantasen los pájaros que mejor lo hacen”.

Me gustaría empezar con una simple sonrisa en los labios, tan sencilla, tan dulce, si al despertar y abrir los ojos recibes ese magnifico y hermoso regalo, que sensación tan maravillosa te queda para el resto del día, te renueva el espíritu, te levantas con ganas de vivir, con ganas de que comience el ajetreado día y decirle al mundo que existes, una sonrisa es como el reflejo del alma, se siente en el corazón, no me puedo explicar como algo tan sencillo dice tanto, es capaz de dar satisfacción y tranquilidad a las personas, hablamos de una sonrisa, de una simple sonrisa. Un beso cubriendo esa divina sonrisa, es como un día de primavera que nace floreado, es mágico porque nace encantado, solo con un beso y una mirada se ilumina el lucero del alba dándole un brillo especial, es la fuerza renovada que te hace levantar como una nueva energía que anima a nuestro espíritu que seguro guiará el pesado camino de cada momento del día. Podríamos continuar con una buena conversación, íntima, tonificante, variada, tomándola como una herramienta que nos vaya identificando en cada una de nuestras exigencias, sin prisas, fluyendo el entendimiento, que no exista: ¿Pero que dices?, ¡Venga ya! O cosas similares, sin necesidad de tener que articular frases rebuscadas, siendo natural, pero con un dialogo distendido y serio, sintiendo la magia de los sentimientos que afloren por luz propia, como si de poesía se tratase.

Vivo en el número 51 del camino de la vida, casi al final del mismo, donde el número es el significado de lo que es importante para todos aquellos que vamos comparando experiencias o que bien las rechazamos tratando de aferrarnos a recuerdos, llevamos la mochila bien repleta de cada detalle, de cada sonrisa, de cada llanto que hemos ido yendo recogiendo por el camino de la vida en los años vividos, poco a poco hemos ido cortando las rosas que a veces tenían espinas y te pinchabas y otras eran sedosas y tersas, no siempre nos hemos encontrado con un cielo azul y un sol esplendido que lo ha iluminado, pero ya y ahora esta parte de lo que me queda por recorrer, la quiero dulce, gozosa, solo con risas, ya que llega el momento de que todo da igual, te das cuenta de que no merece la pena luchar tanto por tan poco, aceptamos nuestro destino tal y como llega sintiendo a veces algo especial cuando se nos plantea discernir en que ha llegado el momento de la partida, o bien nuestro ego interno nos impida ver que la última parte de ese camino está aun por llegar y nos llena de sentimientos y de esa manera hacer que nos lo haga mas fácil.

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